Aunque sobreviví a la tarde en la playa con Fani, y realmente la pasé muy bien, no pude terminar de escribir la aventura que quería. No me sentía cansado, y pasamos un par de horas frente a la tele antes de despedirnos, pero al llegar a casa y darme un baño para terminar de sacarme media tonelada de arena, sentí que me embargaba el sueño. Debe ser que la brisa del mar me relajó, lo cual siempre se agradece, y fue suficiente como para quedarme dormido apenas un par de minutos después de haber puesto la cabeza en la almohada. Suficiente como para dormir casi nueve horas. No recuerdo cuándo fue la última vez que dormí tanto sin una borrachera de por medio.
Volví a la playa después de casi quince años. Cuando era niño iba con la familia, pero cuando la familia empezó a envejecer ya no tuve con quién ir. Por alguna razón nunca me interesó mucho ir a la playa con mis amigos. Ayer redescubrí la brisa marina, la sensación de la arena húmeda bajo los pies, el agua del mar entre los dedos. No es que ahora me haya convertido en un entusiasta de ir a la playa, después de todo sigo odiando el calor, me incomodan las multitudes y me desespera que la gente deje tanta basura, pero supongo que ir de vez en cuando a pasar una tarde frente al mar no me vendrá mal. Quizás la próxima vez hasta tome algunas fotos del evento.
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