Algunas veces, cada vez menos, algo dentro de mí insiste en recordar un rostro somnoliento en la madrugada de una fría noche ahora remota. Algunas veces, me parece que aún puedo ver ese rostro entre las figuras que dibuja el humo de un cigarrillo mientras camino por una calle a media luz en una noche que llega a ser del todo fría. Entonces, de pronto, el viento cambia de dirección, acaricia mi cabello y me hace levantar la mirada hacia el cielo. Las estrellas están en el mismo lugar de siempre. Entonces, de pronto, me doy cuenta que sigo vivo.
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