Pidió café y tortilla de champignones como cada domingo por la mañana desde que había llegado a Marte hacía ya casi seis meses. La vio alejarse y luego volver un par de minutos después con una jarra de café caliente en la mano izquierda y en la mano derecha el plato con la tortilla recién hecha. Notó que la pequeña placa con su nombre decía Alice. También notó que en la solapa de la blusa llevaba un pequeño broche amarillo con una carita sonriente. No había visto uno de esos broches desde que salió de la Tierra. Se dio cuenta de que ella podía pensar que le estaba viendo el busto. Decidió que era hora de hacer algo más, decir algo más, cualquier cosa.
-Lindo broche.
Ella sonrió y sus enormes ojos azules parecieron iluminarse. ¿Sería acaso que nadie más había notado el broche?
-Gracias, me lo regalaron hoy.
Su cerebro empezó a procesar las palabras. Realmente no había esperado respuesta alguna, menos aún algo que podría ser el inicio de una conversación con la chica de Júpiter. Tal vez era momento de sonreír y tratar de hacer que las cosas fluyeran por sí mismas.
-¿Alguna razón en especial?
-Es mi cumpleaños.
Alto ahí. El día empezaba a tomar un rumbo inesperado. ¿Qué debía decir? No había tenido una conversación trivial con una mujer en más de seis meses. Demonios, no había tenido una conversación trivial con nadie en más de seis meses. Debía buscar una respuesta, y rápido. Le pareció estúpido que fuera algo tan obvio.
-Feliz cumpleaños, Alice.
viernes, 26 de junio de 2009
#121 - Sombres de un Cielo Absurdo: 04.
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